España sufre una inflación desbocada con los niveles más altos desde hace cuarenta años. Es una situación generalizada en la Unión Europea y otros países del continente que, en el caso del sistema español, afecta con mayor incidencia por sus particularidades. Es una tendencia al alza durante los últimos doce meses que se ha precipitado como consecuencia de la Guerra de Ucrania, si bien éste no es el único factor explicativo para la subida generalizada de precios. La detección de esta situación y las medidas llevadas a cabo, tanto a nivel comunitario como por parte de la Administración nacional, pudieran frenar su crecimiento a medio plazo, pero están lejos de aportar una solución definitiva a este riesgo.
La tasa de inflación mide la evolución de precios en general y se situó, en el año 2021 en España, en 6.55 puntos; lo que significa un aumento de más de 7 puntos con respecto al curso anterior, cuando esa cifra fue negativa. La previsión para finales de 2022 es que esta cifra se acerque al diez por ciento, como consecuencia de la importante subida generalizada de los precios a lo largo de estos doce meses.
El IPC, el Índice de Precios al Consumo, refleja el valor de una serie de bienes y productos utilizados de forma habitual por las familias, y alcanzó en julio de 2022 un récord con un 10.8%. Durante los meses posteriores, en agosto y septiembre, este índice ha disminuido, dejando valores de 10.3 y 9 respectivamente. Es decir, los precios de estos productos cuestan ahora un nueve por ciento más que hace un año. En enero, primer mes del año, esta subida fue de un 6 por ciento, lo que refleja que este incremento ha sido progresivo a lo largo de todo el periodo actual.
El IPC subyacente aporta datos sobre la importancia de determinados sectores en la escalada de los precios, ya que tiene en cuenta menos elementos. No valora el combustible, la electricidad o el gas, entre otros, que están entre los principales factores de riesgo. Por ello este dato se sitúa en un 6.2%, casi tres puntos menos que la medición general.
¿Por qué se ha producido la inflación en España?
Las mayores dificultades para tener acceso a la electricidad y los carburantes representan el principal motivo de la subida de la inflación en la zona Euro y, por ende, en España. El coste de la electricidad había subido, en el mes de abril de 2022, un 80% a escala nacional; lo que se traduce en que el coste de producir productos aumenta notablemente. Si bien este valor ha ido disminuyendo, como consecuencia de diferentes medidas, el último trimestre del año arranca con una factura media de la luz de 116,09 euros. En abril del año anterior, dieciocho meses antes, esta cifra se situó en 52,12 euros.
Los carburantes constituyen el otro indicador principal que explica buena parte de la inflación en España. En el reciente mes de julio, el coste del Diesel era de 1,97 euros el litro para los particulares, lo que significa un aumento del 56 por ciento en un año. El coste de la Gasolina, por su parte, ha subido en un 40 por ciento. Si la electricidad y los carburantes presentan aumentos tan significativos de precio, el coste de la vida también crece con valores altos, ya que estos son dos elementos esenciales para la producción industrial de la mayoría de productos y en el desarrollo de las acciones cotidianas de los ciudadanos.
¿Qué pueden hacer las empresas?: Retribución flexible como una opción para combatir la inflación actual a nivel salarial
La subida de los salarios es el mensaje que llega desde las voces sindicales para paliar los efectos de la inflación en el ciudadano medio, si bien esta posible solución conlleva más riesgos para las empresas, cuyos costes laborales aumentan y estos podrían repercutir en una mayor subida de los precios. La retribución flexible sí que podría ser una vía eficaz y práctica para frenar los riesgos de esta situación. Consiste en que el empleado destina parte de su salario bruto al consumo de una serie de productos y servicios básicos, que obtiene a un coste inferior al de mercado. Esta idea se enmarca en una exención fiscal, que le permite reducir el pago del IRPF correspondiente a dichos gastos. El objetivo de esta medida es conseguir que los trabajadores dispongan de más dinero neto, y vean así reducidos los efectos de la escalada de los precios sin que ello suponga un incremento de los costes laborales para las empresas.
De este modo, una forma sencilla de combatir la inflación puede ser la implementación de los sistemas de retribución flexible en las empresas, ofreciendo a sus empleados la posibilidad de contar con salario en especies
Maria Abolafio
Responsable RSC en Edenred España
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