Los ladrones del tiempo acechan para robar segundos, minutos y horas del tiempo de trabajo de tus empleados. Les restan productividad, provocando ansiedad, mal ambiente y un descenso generalizado del rendimiento. Los ladrones del tiempo son de dos tipos, internos y externos, pero la buena noticia es que es posible librarse de ellos. ¿Sabes cómo mantenerlos a raya en tu negocio?
Cómo luchar contra los ladrones del tiempo
Los ladrones del tiempo pueden vencerse si se sabe cómo, aunque, lo primero siempre debe ser detectarlos, ser conscientes de esta amenaza potencial que puede incidir en la calidad del trabajo y la imagen de la empresa.
Cuando llegan desde fuera, quedando lejos del control del individuo, se conocen como ladrones del tiempo externos. Los dos más habituales son:
- Interrupciones: compañeros que se acercan a la mesa para hacer una consulta o comentar algo o llamadas de teléfono con cualquier motivo, personal o profesional; obligan a quien las sufre a invertir hasta quince minutos en volver a lograr el nivel de concentración inicial, el que tenía antes de que se produjeran. A este cuarto de hora perdido hay que sumar todos esos minutos que dura la propia interrupción. Una forma de evitar este ladrón del tiempo cuando hace falta concentrarse en una actividad importante es desplazándose a otra área donde no sea tan fácil ser localizado y poner el teléfono en silencio.
- Reuniones: un encuentro profesional no debería considerarse como un ladrón del tiempo en sí mismo, aunque la realidad demuestra que la falta de efectividad de las reuniones hace que se alarguen innecesariamente, robando tiempo a todos los asistentes. La forma de evitar que se prolonguen invadiendo momentos destinado a otras actividades es planificándolas adecuadamente, compartiendo con todos los participantes el plan previsto y designando un moderador que se encargue de asegurar que se sigue el ritmo necesario para tratar todos los temas en el espacio de tiempo reservado para ello.
Los ladrones del tiempo internos provienen del propio individuo. A veces pueden convertirse en el mayor obstáculo para la compleción de una tarea, como sucede con:
- Procrastinación: cuando nos enfrentamos a un cometido de gran dificultad, a una tarea nueva o debemos iniciar una actividad que no se encuentra entre nuestras favoritas existe una tendencia a retrasar el momento de ponerse en marcha. Abrir y cerrar el documento, comenzar con otra tarea o dejar la cuestión que nos debería estar ocupando para “más adelante” son comportamientos procrastinadores que reflejan la inseguridad y falta de disciplina del sujeto que los lleva a cabo. La mejor forma de evitarlos es programando las actividades que deben llevarse a cabo cada día, compensando las favoritas con las menos agradables y procurando dejar para el final, cuando menos energía queda, las más apetecibles.
- Perfeccionismo: dar vueltas a algo una y otra vez con la ilusión de alcanzar la perfección es un objetivo poco realista que sólo provoca retrasos sin aportar un valor que los compense. Este ladrón del tiempo puede contraatacarse definiendo las metas de cada actividad y concretando en qué punto se debe dar por finalizada.
Maria Abolafio
Responsable de marca, comunicación y contenidos en Edenred España
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